miércoles, 18 de agosto de 2010

Letra
Uruguay nació a la vida independiente en 1828, cuando se firmó la Convención Preliminar de Paz entre Argentina y Brasil con la mediación interesada económicamente de Inglaterra. El nuevo país no poseía símbolos nacionales: ni bandera, ni escudo, ni himno. El Gobernador Provisorio, José Rondeau, recibió entonces el ofrecimiento de Francisco Acuña de Figueroa de colaborar en la redacción de un himno y, para la Jura de la Constitución el 18 de julio de 1830, presentó un proyecto de Himno Nacional. Éste fue aceptado, pero debió esperar tres años para convertirse en el himno oficial.

El himno fue presentado nuevamente por Acuña de Figueroa al gobierno del primer presidente, Fructuoso Rivera, que lo aprobó el 8 de julio de 1833. Si bien hubo consenso casi desde el principio de que la obra poética tendría ese carácter, algunos la ponían en tela de juicio debido a las violentas diatribas contra España, Portugal y Brasil que contenía. En el acto de gala en el Teatro San Felipe el 25 de mayo de 1833 se cantaron sus versos con música de Antonio Sáenz, pero cuando se ejecutó por primera vez como himno oficial, el 18 de julio del mismo año, la música era de Barros.

El 12 de julio de 1845 se aprobó una reforma en las estrofas, realizadas por el propio autor, que finalmente sería la versión definitiva. Acuña de Figueroa quitó las referencias más duras a España, Portugal y Brasil y agregó a la primera estrofa la frase “Tiranos, ¡temblad!”, que posteriormente se haría célebre. La letra de la canción contiene 11 estrofas de 8 versos decasílabos cada una, a la que se agrega el estribillo de 4 versos. Actualmente de la misma sólo se canta la primera estrofa y se repite dos veces el estribillo.

Francisco Acuña de Figueroa también es autor de la letra del Himno Nacional de Paraguay.

[editar] Música
Durante muchos años hubo polémica acerca de la autoría de la música del himno. El decreto que aprobó la música, del 26 de julio de 1848, atribuyó oficialmente la misma a Fernando José Quijano (1805-1871), militar, actor y músico aficionado. Según algunos contemporáneos, Quijano tocó la música del himno en su casa de calle Washington entre Pérez Castellanos y Maciel ante un grupo de amigos, entre los que se contaban el propio Acuña de Figueroa, el poeta argentino José Mármol, Juan Manuel de la Sierra y otros.

Sin embargo, la música del himno es armónicamente compleja, muy bien construida desde el punto de vista sinfónico, con reminiscencias de Gaetano Donizetti y Gioacchino Rossini, elementos que hacen casi inverosímil que un músico aficionado haya sido su autor. No cabe duda de que en la partitura hubo una intervención decisiva de Francisco José Debali (Ferenc József Debály) (1793-1859), músico nacido en Hungría y educado en Italia, de sólida formación, que llegó a Montevideo en 1838 con el título de maestro de bandas militares del Piamonte.

Actualmente existe cierto consenso en que Quijano habría esbozado la melodía y que Debali la habría orquestado y dado el carácter sinfónico, netamente rossiniano y operístico que la caracteriza. Sin embargo, de acuerdo a algunos autores, la melodía de las estrofas es idéntica, casi un plagio, del concertante del Prólogo de la ópera Lucrezia Borgia de Gaetano Donizetti. Ésta se había estrenado en diciembre de 1833 en el teatro de La Scala de Milán, cuando aún Debali vivía en Italia. Se sostiene que es casi imposible que Quijano conociera la obra y, por tanto, no habría sido él quien esbozara la melodía. Otras versiones afirman que Quijano ayudó a Debali a interpretar el texto y comprender el espíritu de la letra, por carecer del cabal dominio del español.[1] En una carta publicada en la prensa en 1855, Debali expresó que Quijano “...tuvo efectivamente alguna parte en la composición de la música, porque él fue quien me hizo penetrar del espíritu del Himno, y en cierto modo del tono que debía asumir aquella”.[2]

El himno con la música actual se ejecutó por primera vez el 18 de julio de 1845, en plena Guerra Grande y en Montevideo. Noventa años más tarde, el 20 de mayo de 1938, un nuevo decreto incorporó arreglos de Gerardo Grasso y Benone Calcavecchia.

La música del himno paraguayo también es atribuida a Debali, aunque oficialmente su autoría corresponde a Remberto Giménez. En 1934 se realizó una encuesta nacional para determinar el autor de la música del Himno Nacional Paraguayo. El gobierno, luego del dictamen de una comisión especialmente integrada para el efecto, declaró auténtica la versión reconstruida y presentada por Remberto Giménez.




Letra Completa:

I
Libertad, libertad Orientales
Este grito a la patria salvó.
Que a sus bravos en fieras batallas
De entusiasmo sublime inflamó
De este don sacrosanto la gloria
Merecimos: ¡tiranos temblad!
Libertad en la lid clamaremos
Y muriendo, también libertad.


II
Dominando la Iberia dos mundos
Ostentaba su altivo poder
Y a sus plantas cautivo yacía
El Oriente sin nombre ni ser:
Mas, repente sus hierros trozando
Ante el dogma que Mayo inspiró
Entre libres déspotas fieros
Un abismo sin puentes se vio.


III
Su trozada cadena por armas,
Por escudo en su pecho la lid.
De su arrojo soberbio temblaron
Los feudales campeones del Cid:
En los valles, montañas y selvas
Se acometen con muda altivez,
Retumbando con fiero estampido
Las cavernas del cielo a la vez.


IV
Al estruendo que en torno resuena
De Atahualpa la tumba se abrió,
Y batiendo señudo las palmas
Su esqueleto, venganza! gritó:
Los patriotas el eco grandioso
Se electrizan en fuego marcial
Y en su enseña más vivo relumbra
de los Incas el Dios inmortal.


V
Largo tiempo, con varia fortuna
Batallaron, liberto, y señor
Disputando la tierra sangrienta
Palmo a palmo con ciego furor
La justicia por último, vence
Domeñando las iras de un Rey;
Y ante el mundo la Patria indomable
Inaugura su enseña la ley.


VI
Orientales mirad la bandera
De heroismo fulgente crisol;
Nuestras lanzas defienden su brillo
Nadie insulte la imagen del Sol.
De los fueros civiles el goce
Sostengamos y el código fiel
Veneremos inmune y glorioso
Como el arca sagrada Israel.


VII
Por que fuese más alta tu gloria.
Y brillasen tu precio y poder.
Tres diademas oh Patria , se vieron
Tu dominio gozar, y perder
Libertad, Libertad adorada.
Mucho cuestas tesoro sin par
Pero valen tus goces divinos
Esa sangre que riega tu altar.


VIII
Si a los pueblos un bárbaro agita.
Removiendo su extinto furor.
Fraticida discordia evitemos
Diez mil tumbas recuerdan su honor
Tempestades el cielo fulmina
Maldiciones desciendan sobre él.
Y los libres adoren triunfantes
De las leyes el rico joyel.


IX
De laureles ornada brillando
La Amazona soberbia del Sud
Es su escudo de bronce reflejan
Fortaleza, justicia y virtud.
Ni enemigos le humillan la frente.
Ni opresores le imponen el pié:
Que en angustias sello su constancia
Y en bautismo de sangre su fé.


X
Festejando la gloria, y el día
De la nueva República del Sol,
Con vislumbres de purpura y oro,
Engalana su hermoso arrebol.
Del Olimpo la bóveda augusta
Resplandece, y un ser divinal
Con estrellas escribe en los Cielos.
Dulce Patria, tu nombre Inmortal.


XI
De las leyes el Numen juremos,
Igualdad, patriotismo, y unión,
Inmolando es sus aras divinas
Ciegos odio, y negra ambición,
Y hallarán los que fieros insulten,
La grandeza del Pueblo Oriental,
Si enemigos, la lanza de Marte,
Si tiranos, de Bruto el puñal.


CORO
Orientales, la Patria o la tumba.
Libertad, o con gloria morir.
Es el voto que el alma pronuncia,
y que heroicos, sabremos cumplir


Gabriela Berrutti .

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